Son muy conocidos los relatos de uno de los escritores más importantes de la literatura argentina, Julio Cortázar (Bélgica, 1914 – Francia, 1984), si bien éstos tienen distintas interpretaciones según la época y el estado de ánimo en que viven sus lectores al descubrirlos o redescubrirlos.
Como el mismo Julio mencionó en varias entrevistas, sus cuentos tienen una particularidad que no poseen sus novelas ni sus poemas: un ritmo narrativo propio, espontáneo, como si se hubieran escrito solos. Esto hace que su lectura sea fluida, atrayente de principio a fin. En ellos se mezclan géneros tan distintos que se puede sentir alegría, tristeza, miedo, curiosidad y sorpresa a la vez y no saber con certeza dónde está la realidad y dónde reside la fantasía.
Estos encantos nos han enseñado a muchos escritores a usar las reglas establecidas a nuestro favor, explorando así nuevas formas de contar una historia y sacando lo mejor de nosotros sin miedo a no cumplir con los cánones.
Bestiario (1951), Final del juego (1956), Las armas secretas (1959), Historias de cronopios y de famas (1962), Todos los fuego el fuego (1966), Octaedro (1974), Alguien que anda por ahí (1977), Queremos tanto a Glenda (1980), Deshoras (1982) y La otra orilla (1994) son sus libros de relatos. No destacaría ninguno por encima de los demás, pero para empezar recomendaría La otra orilla.
